El 24 de noviembre de 2019, la Federación de Grupos Tradicionales Madrileños recibió de mano de D. Moisés León, Presidente de la Asociación Hispano Paraguaya Roque Marangatu el Pin de Plaza y Diploma por la acogida y buena colaboración de ambos colectivos.

Durante el acto se leyó nuestro sentir y reconocimiento desde el movimiento a favor del casticismo madrileño hace su aparición hacia 1980, y oficialmente en 1984. Surge como una necesidad de recuperar y afianzar las raíces del pueblo madrileño ante el deterioro de las viejas tradiciones, que se venia observando ya de muy atrás. La incorporación de otros folclores, siempre enriquecedores, sin duda, había hecho sin embargo, ensombrecer el propio de tal manera que parecía destinado a desaparecer en un futuro no muy lejano.

Madrid es un pueblo abierto, que siempre ha dado cobijo a todo el que llega, sin importar su procedencia. Pero su hospitalidad le ha llevado a veces a perder su idiosincrasia, volcado como está en recibir y asimilar otras culturas como en el caso de Paraguay.

El Madrid actual es un Madrid lleno de vida, pero también de ajetreo, de edificios nada propicios a la vida vecinal, de trafico agobiante, de contaminación, de mendicidad en las calles, de drogas, de soledad, síntomas de una globalización de los siglos XX y XXI.

Pero tenemos que mantener esa alegría que nos caracteriza frente a los sinsabores, cambiando el desamparo por la cordialidad, impulsando el ambiente de antaño, transmitiendolo en toda su pureza.

Porque Madrid es también atrayente, nostálgico, abierto. La nobleza de sus gentes, su simpatía, su galantería dan a nuestra tierra un carisma que no ha de perderse.

Es evidente que nuestra ciudad es una convergencia de culturas, y eso nos gusta, ¡cómo no!. Bienvenido todo lo de fuera, pero sin olvidar lo nuestro. Sin olvidar que Madrid ha sido un pueblo alegre que siempre ha cantado y bailado al son de sus músicas ancestrales primero (Dulzaina y Arrabel) y el Organillo más reciente.

Un pueblo amante de sus Verbenas y Fiesta populares. Un pueblo castellano, abierto y acogedor… Un pueblo fiel así mismo, a sus usos y costumbres, como ha demostrado en tantas ocasiones históricas.